sábado, 23 de enero de 2016

Aprendizaje...

De niña gustaba de historias de magos y hechizos, bosques tenebrosos y caballeros medievales.
De jovencita, a estas historias les sumé relatos de samurais y de maestros ermitaños. No menos buenas me parecían las de monjes que, en un templo de montaña y muy alejados, tomaban algún discípulo que llegara a ellos luego de haber pasado por muchísimas pruebas y privaciones. Ya no soy jovencita, pero sigo creyendo en estas cosas aunque ahora, más madura, se que a un maestro se lo puede encontrar, tal vez en una heladería. También aprendí, que una enseñanza puede durar un minuto, constar de tres palabras, gozar de una cálida mirada... y así y todo perdurar toda la vida.
Siempre fui consciente mi mis carencias. Las visibles y las internas. Las físicas se arreglaron con entrenamiento físico... las otras, en muchos casos con sufrimiento
Los años también me regalaron el saber de que no siempre una enseñanza va pegada al dolor. Puede pasar que, si uno la detecta y acepta, se aprenda con una pequeña dieta inocua.
Y me sometí a lo que creí que era la mejor.
Para eso, crucé medio país. Dejé mi casa. Hice circular mis posesiones y me vine a otro lugar.
Él era afable y atento, pero él tenía una autoridad que pocos se animaban a trasgredir. Él con mas carga, lograba mantener un equilibrio que yo, con menos, no podía sostener. Y me aceptó en su casa. Y les enseñó a sus hijos a quererme (o por lo menos aceptarme) cosa que se que no era fácil. Y de golpe, me vi inmersa en una dinámica familiar elegida, pero que no era propia. Fui aceptada en esa escuela de la vida donde mi vida me llevó,  y allí me quede.... yo sabía que era eso de lo que carecía

miércoles, 13 de enero de 2016



Lo perdido....

Necesitaba recobrar mi quietud. El silencio había mutado llegando a los límites del susurro constante e inexpreso...olvidando así la empatia.
La rutina devoraba las buenas costumbres y presentía una tormenta de madrugada...de las sorpresivas y arrolladoras.
Entonces, sin planificación alguna, el viento cesó. El arrollador silencio me impregnó completa y pacíficamente y me vi...
Me vi viéndome pequeña y asustada, pero me sabía libre. Y supe además que todo era cuestión de percepción... Yo ya no era pequeña, yo no estaba asustada. Yo solo estaba aferrada a un sueño inerte... Pero algo era claro: yo era libre. Y usé esa inconmensurable riqueza; la invertí en una sabia decisión...
Y aquí estoy, disfrutando un bello día pero sin olvidar que las tormentas forman parte del todo.

lunes, 11 de enero de 2016

Partidas...

Dichos que no se dicen...
Hechos que no se expresan...
Llantos que no se lloran...
Risas que no se ríen...
Disculpas que no se piden...
Pequeños detalles que opacanal sol del alma.
Ese día me fui caminando lentamente, como si el padre astro dibujante de mi sombra oblicua, no se hubiere enterado que me estaba dibujando.
Me fui despacio al atardecer... callada pero sin tristezas. Solo me fui. Mi alma sabía que era momento de silencio. La inmadurez seguía sin madurar y aquel era la única respuesta coherente.
Me fui porque aún nos queríamos y la mácula del espíritu inmaduro todavía no era dañina....                                                                                         Isha Ardaiz

sábado, 9 de enero de 2016

Segundos para un comienzo


BIENVENIDOS

La impaciencia se opone al conocimiento... la espera es inherente a la sabiduría.
                                                                                                             Isha Ardáiz