Partidas...
Dichos que no se dicen...
Hechos que no se expresan...
Llantos que no se lloran...
Risas que no se ríen...
Disculpas que no se piden...
Pequeños detalles que opacanal sol del alma.
Ese día me fui caminando lentamente, como si el padre astro dibujante de mi sombra oblicua, no se hubiere enterado que me estaba dibujando.
Me fui despacio al atardecer... callada pero sin tristezas. Solo me fui. Mi alma sabía que era momento de silencio. La inmadurez seguía sin madurar y aquel era la única respuesta coherente.
Me fui porque aún nos queríamos y la mácula del espíritu inmaduro todavía no era dañina.... Isha Ardaiz
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