Sin problemas...
Cuando en una mañana gris me doy cuenta de que estoy triste, trato de buscar viejos sabores en la memoria: el olor a jazmín, la tibieza de una caricia, una melodía que al escucharla me erice, el sabor del helado... cualquier herramienta es buena para disipar la tristeza.
Cierto es, que es bueno observarla de lejos, pero a la melancolía nunca hay que darle el timón...
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