martes, 23 de agosto de 2016
De la mano de Lorena Fernandez y su proyecto "Proyecto en letras" en breve saldrá una reseña de mi novela "Caminando" ... Un sueño del que algunos editores se mal aprovecharon. Un sueño que tardó muchos años en ser real... Un sueño, nada mas... y aquí va un párrafo del comienzo de esta cruda historia:
" El siempre me llevaba a vivir su pasado... pero para él era revivirlo. Siempre tan presente en su memoria el dolor. Ese que no lo dejaba en paz ni en sueños. Estos: desesperados, acalorados, tensos, sin un minuto de descanso ni tranquilidad muchas veces.
" El siempre me llevaba a vivir su pasado... pero para él era revivirlo. Siempre tan presente en su memoria el dolor. Ese que no lo dejaba en paz ni en sueños. Estos: desesperados, acalorados, tensos, sin un minuto de descanso ni tranquilidad muchas veces.
Cuando
la convivencia llegó a la altura en que la pasión cede un poco, transformándose
de admiración en ternura y de calor en sosiego; ahí cuando otra vez se puede
pensar con claridad, me di cuenta de que no eran todas mentiras, fantasías o
recuerdos... no para él.
Él
cambiaba los tiempos (que por otro lado, para él nunca habían cambiado)
retrayendo situaciones pasadas, tal vez
malhadadas, al presente; logrando así, un perfecto presente retrógrado y
fracasado
No, no eran todas fantasías. Era un fantástico
presente plagado de situaciones inútiles en esa actualidad que había logrado
cambiar y que sin quererlo, no soportaba ni lograba disfrutar."
Espero amigos que lo disfruten... Isha O (Clarisa Ardáiz)
sábado, 23 de enero de 2016
Aprendizaje...
De niña gustaba de historias de magos y hechizos, bosques tenebrosos y caballeros medievales.
De jovencita, a estas historias les sumé relatos de samurais y de maestros ermitaños. No menos buenas me parecían las de monjes que, en un templo de montaña y muy alejados, tomaban algún discípulo que llegara a ellos luego de haber pasado por muchísimas pruebas y privaciones. Ya no soy jovencita, pero sigo creyendo en estas cosas aunque ahora, más madura, se que a un maestro se lo puede encontrar, tal vez en una heladería. También aprendí, que una enseñanza puede durar un minuto, constar de tres palabras, gozar de una cálida mirada... y así y todo perdurar toda la vida.
Siempre fui consciente mi mis carencias. Las visibles y las internas. Las físicas se arreglaron con entrenamiento físico... las otras, en muchos casos con sufrimiento
Los años también me regalaron el saber de que no siempre una enseñanza va pegada al dolor. Puede pasar que, si uno la detecta y acepta, se aprenda con una pequeña dieta inocua.
Y me sometí a lo que creí que era la mejor.
Para eso, crucé medio país. Dejé mi casa. Hice circular mis posesiones y me vine a otro lugar.
Él era afable y atento, pero él tenía una autoridad que pocos se animaban a trasgredir. Él con mas carga, lograba mantener un equilibrio que yo, con menos, no podía sostener. Y me aceptó en su casa. Y les enseñó a sus hijos a quererme (o por lo menos aceptarme) cosa que se que no era fácil. Y de golpe, me vi inmersa en una dinámica familiar elegida, pero que no era propia. Fui aceptada en esa escuela de la vida donde mi vida me llevó, y allí me quede.... yo sabía que era eso de lo que carecía
De niña gustaba de historias de magos y hechizos, bosques tenebrosos y caballeros medievales.
De jovencita, a estas historias les sumé relatos de samurais y de maestros ermitaños. No menos buenas me parecían las de monjes que, en un templo de montaña y muy alejados, tomaban algún discípulo que llegara a ellos luego de haber pasado por muchísimas pruebas y privaciones. Ya no soy jovencita, pero sigo creyendo en estas cosas aunque ahora, más madura, se que a un maestro se lo puede encontrar, tal vez en una heladería. También aprendí, que una enseñanza puede durar un minuto, constar de tres palabras, gozar de una cálida mirada... y así y todo perdurar toda la vida.
Siempre fui consciente mi mis carencias. Las visibles y las internas. Las físicas se arreglaron con entrenamiento físico... las otras, en muchos casos con sufrimiento
Los años también me regalaron el saber de que no siempre una enseñanza va pegada al dolor. Puede pasar que, si uno la detecta y acepta, se aprenda con una pequeña dieta inocua.
Y me sometí a lo que creí que era la mejor.
Para eso, crucé medio país. Dejé mi casa. Hice circular mis posesiones y me vine a otro lugar.
Él era afable y atento, pero él tenía una autoridad que pocos se animaban a trasgredir. Él con mas carga, lograba mantener un equilibrio que yo, con menos, no podía sostener. Y me aceptó en su casa. Y les enseñó a sus hijos a quererme (o por lo menos aceptarme) cosa que se que no era fácil. Y de golpe, me vi inmersa en una dinámica familiar elegida, pero que no era propia. Fui aceptada en esa escuela de la vida donde mi vida me llevó, y allí me quede.... yo sabía que era eso de lo que carecía
miércoles, 13 de enero de 2016
Lo perdido....
Necesitaba recobrar mi quietud. El silencio había mutado llegando a los límites del susurro constante e inexpreso...olvidando así la empatia.
La rutina devoraba las buenas costumbres y presentía una tormenta de madrugada...de las sorpresivas y arrolladoras.
Entonces, sin planificación alguna, el viento cesó. El arrollador silencio me impregnó completa y pacíficamente y me vi...
Me vi viéndome pequeña y asustada, pero me sabía libre. Y supe además que todo era cuestión de percepción... Yo ya no era pequeña, yo no estaba asustada. Yo solo estaba aferrada a un sueño inerte... Pero algo era claro: yo era libre. Y usé esa inconmensurable riqueza; la invertí en una sabia decisión...
Y aquí estoy, disfrutando un bello día pero sin olvidar que las tormentas forman parte del todo.
lunes, 11 de enero de 2016
Partidas...
Dichos que no se dicen...
Hechos que no se expresan...
Llantos que no se lloran...
Risas que no se ríen...
Disculpas que no se piden...
Pequeños detalles que opacanal sol del alma.
Ese día me fui caminando lentamente, como si el padre astro dibujante de mi sombra oblicua, no se hubiere enterado que me estaba dibujando.
Me fui despacio al atardecer... callada pero sin tristezas. Solo me fui. Mi alma sabía que era momento de silencio. La inmadurez seguía sin madurar y aquel era la única respuesta coherente.
Me fui porque aún nos queríamos y la mácula del espíritu inmaduro todavía no era dañina.... Isha Ardaiz
Dichos que no se dicen...
Hechos que no se expresan...
Llantos que no se lloran...
Risas que no se ríen...
Disculpas que no se piden...
Pequeños detalles que opacanal sol del alma.
Ese día me fui caminando lentamente, como si el padre astro dibujante de mi sombra oblicua, no se hubiere enterado que me estaba dibujando.
Me fui despacio al atardecer... callada pero sin tristezas. Solo me fui. Mi alma sabía que era momento de silencio. La inmadurez seguía sin madurar y aquel era la única respuesta coherente.
Me fui porque aún nos queríamos y la mácula del espíritu inmaduro todavía no era dañina.... Isha Ardaiz
sábado, 9 de enero de 2016
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